Umberto Eco, referente intelectual tanto en Italia como en el resto del mundo, nos ha dejado, pero nos queda su magnífica obra. «Medievalista, filósofo, semiólogo, lingüista, crítico literario, novelista. No soy un hombre del Renacimiento”, dice todavía su perfil de Twitter.
Es muy difícil concentrar en unas pocas palabras lo que significó este autor en el panorama cultural europeo, y sería imposible hablar aquí de toda su prolífica obra.
Escribió ensayos de estética medieval, como Arte y belleza de la estética medieval (1987), y de filosofía y lingüística: La estructura ausente, Tratado de semiótica general y Lector in fábula revolucionarían las aulas de comunicación en los años 70. Sus artículos periodísticos de entonces se reunieron en el volumen Apocalípticos e integrados, que acuñó dos etiquetas que tuvieron mucha difusión en su momento. ¿Eres apocalíptico, es decir desconfías de la cultura de masas?¿O integrado, a favor de las nuevas formas?
Es mundialmente conocido su manual sobre Cómo se hace una tesis (1977), todavía un referente en las universidades europeas a la hora de comenzar la tesis doctoral.
Pero sobre todo fueron sus novelas su creación más famosa, muchas de las cuales se han convertido en obras de culto, desde El nombre de la Rosa, editada en 1980, una de las más vendidas y traducidas del mundo, con su propia versión en cine (Jean-Jacques Annaud, 1986), pasando por El péndulo de Foucault, Baudolino, La isla del día de antes, o El cementerio de Praga (traducidas a 46 idiomas), hasta su última obra, Número cero, escrita en 2015.
Un hombre extraordinario que amaba sorprender, un “fabricante de palabras”, como le gustaba definirse a sí mismo, que nos hizo pensar. Este es el legado del genial Eco.
En la Biblioteca-CRAI se encuentran multitud de obras de Umberto Eco, todo aquel que desee adentrarse en su universo literario las puede localizar aquí: