Miembro del equipo “Crisis del Estado de Derecho en la UE”, la profesora Nuria Hernández García, durante su estancia de investigación de un mes en el Instituto Universitario Europeo, asistió al evento “Countering Foreign Interference” que se celebró los días 24 y 25 de junio en el Escuela de Gobernanza Transnacional en Italia. El objetivo del proyecto es fortalecer las capacidades de la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE contra la Manipulación e Interferencia de la Información Extranjera (FIMI).
El proyecto multimillonario financiado por la UE, que se lanzó el 1 de enero de 2023, está dirigido por el Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea. En la implementación del proyecto participan la Universidad de Amberes, la Universidad de Milán – Bicocca y el Instituto Universitario Europeo – Escuela de Gobernanza Transnacional, que fue el anfitrión del evento. La sesión denominada Diálogos CFI llega a la mitad del proyecto, siendo la segunda de una serie de Diálogos y gira en torno a abordar el nexo entre dominios híbridos en evolución, entre la desinformación y las amenazas a la seguridad.
Allí, a través de diferentes paneles se han valorado diversos temas, la profesora Nuria Hernández García quiere centrar algunas reflexiones sobre los siguientes asuntos.
Sabemos que en el contexto geopolítico actual, existen numerosas formas en que un Estado puede desestabilizar una sociedad. Nos referimos a esta interferencia extranjera, que está muy alejada de las tácticas militares convencionales, como amenazas híbridas. De hecho, la Comisión Europea los define como “cuando actores, estatales o no estatales, intentan explotar las vulnerabilidades de la UE en su propio beneficio mediante el uso coordinado de una combinación de medidas (es decir, diplomáticas, militares, económicas, tecnológicas) manteniéndose por debajo del umbral de la guerra formal”.
Uno de los más difíciles de combatir es la desinformación, precisamente por la complejidad de su definición, pero también por la necesidad de contextualizarla junto a otros elementos y valores compartidos por las sociedades europeas.
En el marco de este evento, que se centra en la Unión Europea y sus intereses estratégicos, es lógico que los actores acusados de participar en FIMI sean principalmente China y Rusia. De hecho, la desinformación que Estados como Rusia promueven a través de sus redes (medios de comunicación, sitios web, organizaciones, espías, etc.) en regiones tan cruciales para la UE como el Sahel transforma el rango de operaciones en algo más allá del despliegue terrestre convencional, obligando a las misiones de la UE a (La Política Común de Seguridad y Defensa) para desplegarse en entornos más hostiles debido al nuevo y alterado panorama informativo del que deben ser conscientes. Este proyecto busca precisamente mejorar la resiliencia y preparar a las misiones PCSD y a los aliados de la UE para luchar también en estos nuevos entornos. Es por esta razón que la UE examina FIMI no simplemente como una amenaza a las sociedades al contribuir a su desinformación, polarización y erosión democrática, sino como una amenaza a su seguridad, por lo que requiere una exploración desde la perspectiva de la seguridad y la defensa. Aquí es donde surgen varios problemas estructurales, según la profesora Nuria Herández.
En primer lugar, y yendo directo al grano: ¿cómo equilibramos la lucha contra la desinformación y la protección de la libertad de expresión y la pluralidad en nuestras sociedades? Sabemos que la libertad de expresión, aunque no sea absoluta, es uno de los derechos y pilares fundamentales que sustentan nuestras democracias. También sabemos que el pluralismo es esencial para la democracia, dado que lo contrario nos ubicaría en un mundo de pensamiento único característico de los regímenes totalitarios. ¿Cómo podemos defender nuestras sociedades del FIMI sin poner en peligro los valores fundamentales de la Unión Europea? En esta conferencia, una propuesta muy seria fue apagar el internet. Esta solución surge de la observación de que los problemas son estructurales y sistémicos y que actores hostiles se están aprovechando de ellos. Sin embargo, no es una solución muy prometedora. Otra propuesta fue regular y limitar cómo las audiencias se convierten en objetivos, pero nuevamente, el algoritmo supuestamente muestra en qué están más interesados los usuarios y además los algoritmos no pueden distinguir la calidad de la información a la que hacen referencia.
En el caso de la guerra de Ucrania, la UE prohibió los medios rusos RT y Sputnik en territorio europeo, y estos lograron adaptar y establecer cientos de páginas espejo que reproducían la misma información. Semejante acción, aunque comprensible en un contexto de seguridad y defensa, podría incluso ser justificable, pero ¿es igualmente justificable cuando eliminamos la frase seguridad y defensa? ¿Deberían las instituciones –en este caso las europeas– decidir qué se puede leer y qué no en nuestras sociedades? ¿Deberían establecer una lista de buena información y otra de mala información? ¿Abordarían la información en sí o enumerarían las plataformas, los medios digitales o incluso personas específicas? ¿Bastaría con llamar a alguien “espía” o “prorruso” si expresa una opinión diferente a la de las instituciones? ¿Quién velaría por nosotros para ver si estamos siendo informados en una materia adecuada o por el contrario, estamos desinformados? ¿Nos dirían qué es verdad y qué es falso? ¿Podría llevarnos a controlar lo que consumimos e incluso lo que pensamos en nombre de nuestra seguridad? ¿No es esto lo que George Orwell imaginó en su distópico 1984? Si cerráramos el internet, no habría forma de comunicarnos con Oceanía y saber si está aliada de Eurasia o en guerra con Asia Oriental. Simplemente creeremos lo que nos dicen.
Por lo que pueda parecer este cuadro orwelliano, deberíamos empezar a preocuparnos al menos cuando un primer ministro tiene una lista de periodistas buenos y malos, o cuando su gobierno se refiere a los medios que no le gustan como fábrica de noticias falsas. En este sentido la profesora Nuria Hernández García comparte una recomendación que se ha hecho en el evento: El libro titulado “On Bullshit, sobre la manipulación de la verdad” de H. Frankfurt donde el autor plantea que no debemos acostumbrarnos al bullshit ya que es más peligrosa que la mentira.
En resumen, no deberíamos dejar de hacernos estas preguntas. No es un dilema fácil el que tenemos entre manos. Una vez más, ¿hacia qué apuntará la UE? ¿la seguridad o la libertad? Es cierto que los tradicionales no aliados de la UE han desarrollado otro tipo de armamento para desestabilizar nuestras sociedades. Incluso podrían utilizar precisamente nuestras libertades y derechos para hacerlo. Sí, se aprovechan de nuestros sistemas y tenemos que saber dónde nos estamos metiendo. Sin embargo, nuestros valores de identidad deberían guiar todo el proceso, y tenemos una lista precisa de cuáles son estos valores en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea: democracia, derechos humanos y Estado de derecho.