La «Enciclopedia mecánica» de Ángela Ruiz: precursora del e-book

El primer libro electrónico lo inventó doña Angelita, una maestra ferrolana que se adelantó más de medio siglo a su tiempo. Lo acredita una patente de invención otorgada en 1949 y también el modelo de enciclopedia mecánica que se construyó, siguiendo sus indicaciones, en el Parque de Artillería de Ferrol.

La Enciclopedia Mecánica

Tal y como se puede leer en la descripción de la patente, el aparato “lleva unas bobinas donde se colocan los libros que se desee leer en cualquier idioma. Por un movimiento de las mismas van pasando todos los temas, haciendo las paradas que se quiera”. El despliegue de las bobinas se hacía de forma mecánica, con un sistema que desplegaba los carretes.

Además, según cuenta a SINC María José Rodríguez Fortiz, profesora de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Granada, el prototipo que se construyó “no incluyó toda la funcionalidad para la que había sido diseñado. La adición de sonido y luz, por ejemplo, no pudo hacerse porque tecnológicamente no había nada inventado de pequeño tamaño para incorporar al dispositivo”, aclara Rodríguez.

La Enciclopedia Mecánica tenía también un hueco en el que iría una calculadora, que no se incluía en el prototipo por la misma razón que la luz y el sonido: todavía no existían máquinas de cálculo tan pequeñas.

Al igual que los lectores electrónicos actuales, el invento de Ángela permitía ‘hacer zum’ mediante una lámina transparente e irrompible que se colocaba sobre las asignaturas, y que podía “llevar la propiedad de aumentos”, según la patente.

El texto explica que todas las piezas eran “intercambiables” y que podía colocarse “en perpendicular, facilitando la comodidad del lector, y evitando […] esfuerzos intelectuales y físicos”.

Ángela tuvo en cuenta además el aspecto económico, y en su patente asegura que “para autores y editores, el coste de sus obras se aminora considerablemente, por no necesitar ni pasta ni encuadernado”.

El objetivo de doña Angelita era “reducir el peso de los libros” que los niños debían llevar en sus carteras y “hacer la enseñanza más atractiva para los alumnos”, explica su nieto, que añade que otra de sus preocupaciones eran “los niños con alguna dificultad, por ejemplo en la vista, para los que ideó la posibilidad de graduar la lámina transparente bajo la cual se deslizaban los carretes”.

La Enciclopedia Mecánica nunca se llegó a comercializar, debido a que en ese tiempo “había otras prioridades en el país y se apostó por otros proyectos».

Fuente: SINC, RTVE

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