Voluntariado internacional, ¿qué ocurre cuando vuelvo a casa?

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Dejar tu realidad durante un tiempo y viajar a otro país con intención de ayudar a los demás, es una experiencia que puede dejar en ti una huella imborrable. Pero, ¿qué ocurre cuando el voluntariado termina y vuelves a casa? Hemos hablado con cuatro profesores de la Universidad implicados en proyectos solidarios sobre cómo afrontan esta vuelta que, a veces, puede no resultar fácil.

Iñaki Orozco es profesor del Grado en Odontología. En los últimos años ha vivido experiencias de voluntariado en diferentes lugares de África (Senegal, Cabo Verde…). Junto con algunos de sus estudiantes, forma un equipo que trata de promocionar la salud buco-dental en las aldeas que visitan.

Iñaki Orozco es profesor de Odontología

“Llegué al mundo del voluntariado por agradecimiento; me sentía una persona privilegiada y quería, de alguna forma, devolver todo lo que he recibido a lo largo de mi vida.

Viajar a un país diferente para tratar de aportar tu granito de arena es una experiencia muy gratificante. Cada año emprendemos el viaje con mucha ilusión. Y el cariño con el que nos reciben es increíble. Ese cariño te envuelve y te hace vivir en una burbuja.

Cuando vuelves a casa después del viaje, el choque es inevitable. Los primeros días vives una situación de contraste y te sientes un poco desubicado.

«Cuando vuelves a casa después del viaje, el choque es inevitable»

En mi caso, ese bache lo paso siempre con mi familia. El grupo de Whatsapp que compartimos los integrantes del equipo de voluntarios nos sirve para comentar la experiencia y cómo nos sentimos después. Lo cierto es que a la vuelta los echo de menos. La experiencia que compartimos allí crea entre nosotros un vínculo especial. No perder esa conexión entre nosotros ni con las personas que allí nos cuidan casi 24 horas y nos hacen de guías, de traductores, etc. también es importante para mí al regresar a casa.

Mi consejo para alguien que vuelve de un voluntariado es que se apoye en la gente que le quiere; en la familia, en sus amigos… que no les dé la espalda.”

Belén Merck es profesora del Grado en Medicina y coordina, desde hace años, la misión solidaria “Medipinas” en la que profesores y estudiantes viajan a Filipinas para tratar a la población sin recursos.

Belén Merck es profesora en el Grado en Medicina

“Cuando regreso de Filipinas en lo primero que pienso es en volver allí otra vez. Pese a que en la ciudad de Manila ves auténtica miseria y desesperanza. Yo creo que esa desesperanza se combate con sonrisas. No puedo resolver los problemas sanitarios del país, pero sí puedo sonreír, dar esperanza, tratar bien a la gente, curar algunas cosas…

Cuando vuelvo a España, lejos de volver con la sensación de que me dejo mucho por hacer, tengo la impresión de que he hecho mucho. Aunque claro que quedan más cosas. Pero trato de no vivir el voluntariado desde un punto de vista egocéntrico.

Es mucho más lo que recibes de la gente de allí, que lo que tú les has podido dar a ellos. En una ocasión vino un paciente que habíamos operado y nos trajo una fruta. Me hizo tanta ilusión el regalo que se lo enseñé a todo el mundo. Ese gesto para ellos es un esfuerzo y es su manera de mostrar agradecimiento.

«sonreír es el mejor voluntariado»

Alguien que vuelva triste de un voluntariado quizá debería implicarse en otro proyecto solidario cerca de casa. Tenemos cantidad de gente a la que sonreír cerca de casa. Y ese es el mejor voluntariado. Porque cuando sonríes, haces feliz a mucha gente y quizá para eso no es necesario irse lejos.

No creo que deje de hacer voluntariado nunca, es parte de lo que me gusta hacer, es una prolongación de mi trabajo como médico.”

Daniel Garijo es profesor del Servicio de Idiomas y acompaña, desde hace unos años, a profesores y estudiantes de Veterinaria en el proyecto “Vets for Africa”. Allí colabora con sus compañeros y da clases en colegios de las zonas que visitan.

Daniel Garijo es profesor en el Servicio de Idiomas

“La primera vez que visité África pensé que podría cambiar el mundo en quince días. Estaba equivocado. Tienes que ir con ganas de ayudar, de aportar tu granito de arena y tratar de sentirte feliz por ello.

Después, la vuelta a casa es impactante. Recuerdo que cuando regresé me sorprendía la velocidad a la que vamos aquí, las prisas que tenemos todos habitualmente. Es inevitable sentir una especie de conflicto interior durante las primeras semanas. Confrontas la realidad que has vivido durante el voluntariado con tu vida y eso te hace cuestionarte muchas cosas. Sin embargo, creo que quizá es un error caer en ese tipo de planteamientos. Tienes que tratar de buscar el equilibrio.

«La clave está en seguir ayudando a los demás también desde casa»

A nivel personal, el voluntariado me ha enseñado a no quejarme por tonterías. Cuando volví de África, empecé a valorar muchas cosas del día a día que simplemente daba por hecho que tenía y ya está. Cuando recibes un choque de realidad como ese y ves que la gente allí es feliz con tan poco, recapacitas.

Creo que la clave está en seguir ayudando a los demás también desde casa. Hay mil maneras de hacerlo, no hace falta irse a África. Eso es lo que me ayuda a mí a superar la vuelta, seguir implicándome en proyectos solidarios durante el resto del año.”

Hace unos años, Nuria Andreu participó en proyectos de voluntariado con personas con discapacidad intelectual y motora. De aquella experiencia surgió su vocación docente por la materia de Atención a la Diversidad de los Grados de Educación, donde actualmente imparte clase. Hace unos días, junto a algunos de sus estudiantes, se embarcó en una misión solidaria en Senegal.

Nuria Andreu es profesora del Grado en Educación

“Esta experiencia me ha brindado un gran aprendizaje a nivel personal y profesional. El voluntariado supone salir de nuestra zona de confort y romper con nuestros miedos. Es una experiencia de darte sin pedir nada a cambio. La recompensa es el cariño y el agradecimiento que recibes en forma de una sonrisa, un abrazo, o una nota escrita.
En Senegal he conversado mucho con mis estudiantes sobre a qué le damos importancia aquí (el dinero, las cosas materiales, las prisas diarias). A veces olvidamos lo importante: nuestra familia, nuestras amistades…

«Agradezco haber tenido la oportunidad de vivir la experiencia y de haber ayudado a otras personas»

Claro que al volver te sientes raro, porque la realidad aquí es muy distinta. Pero, sobre todo, lo que siento es agradecimiento por haber tenido la oportunidad de vivir la experiencia y de haber ayudado a otras personas.

No hay que tener miedo al voluntariado, al contrario. Me surgieron muchas dudas sobre mi determinación de embarcarme en este proyecto de cooperación. Ahora que ya he vuelto, creo que fue una de mis mejores decisiones. Espero seguir colaborando de alguna forma aquí. Hay que estar atentos a las llamadas porque las posibilidades pasan por nuestra puerta, solo es necesario dar un paso adelante.”


Si buscas experiencias en las que implicarte más allá de lo académico, puedes echar un vistazo a las posibilidades que te ofrece la Cátedra de la Solidaridad de la Universidad.

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