Cualquiera que lea esta historia puede quedar sorprendido, desconcertado e incluso perturbado. Tal y como yo me sentí cuando lo viví. La sensación indescriptible que sientes cuando despiertas y los coches de la mañana no rugen como siempre. Completo silencio. «Será que aún no son y media» pensé. Pero mi despertador había sonado como siempre. Las 8:30, hora punta. «¿Será festivo?» «No, ayer me quedé hasta tarde preparando mi exposición de hoy para la clase de biología» Decido levantarme y bajar a la cocina. Está mi gato, pero «¿Y mi familia? ¿Les habrá pasado algo?» Siento como mi estómago se encoge a la vez que mi pecho. Todas las posibles situaciones trágicas pasan por mi mente aumentando mi nerviosismo. Salgo a preguntar a la vecina. Una ola de silencio me inunda por completo. La calle, vacía como nunca, me provoca una enorme angustia; siento claustrofobia en mi propia ciudad.
De pronto, escucho pasos que se acercan progresivamente a mí. Inmovilizada por el miedo grito: «¡¿Quién viene!?». Es en ese momento cuando una cálida mano toca mi hombro… y despierto.
Mi madre. «Buenos días, dormilona» me dice mientras sube la persiana. Miro a mi alrededor y descubro que estoy en mi cama. Nunca me había levantado, todo había sido una pesadilla.
¿Cómo es capaz una mente de crear semejantes historias? ¿Cómo puede un simple sueño parecer tan real pero tan irreal al mismo tiempo? Son cuestiones abstractas que todos nos hemos preguntado alguna vez, ¿verdad?
Así lo hablamos el pasado jueves 3 de marzo. Alumnos de habla española e inglesa se reunieron en el HUB 101 para «El Taller Idiomático de Sueños». Aquí los estudiantes compartieron y analizaron sus sueños más surrealistas. Además, lo pasaron en grande interpretando qué podía significar todo eso que ocurre mientras nos sumergimos en el más placentero de los descansos.
Lo mejor de todo es que habrá una segunda sesión, el próximo jueves 10 de marzo, a las 15:30 en el aula 206 del Edificio de Humanidades.
Yo no me lo pierdo. ¿Y tú?
