No creo que exista nadie, que no esté al día de la situación de conflicto en la que se encuentra nuestro mundo: algunos dirán que siempre fue así y que gracias, sobretodo a Internet, ahora nos enteramos de todo. Otros dirán, que los valores humanos están dejando serlo ─no se si de ser valores o de ser humanos, o las dos cosas─. Ahora es un “sálvese quien pueda”: todos los días mueren personas, somos muchos, no pasa nada. Si que pasa.
En uno de los últimos bombarderos de Alepo murió el último pediatra de la región: tenía 36 años. Pero no murió él solo, indirectamente murieron los niños que podía haber salvado, y los adultos que iban a ser esos niños, y no tengo duda, de que muchos de ellos se hubiesen dedicado al cuidar: a ser enfermeras/os, médicos, fisioterapeutas, farmacéuticos y odontólogos. Quizá algunos piensen que esto es elocuencia pura y dura, o vulgar verborrea. Pues no. Es una realidad. Todo tiene consecuencias.
El pediatra Dr. Mohamed Wasim Maaz murió el pasado 27 de abril en el bombardeo al Centro Sanitario Al Quds ─centro que estaba apoyado por la ONG Médicos sin Fronteras─ de la Ciudad Siria de Alepo.
Es paradójico que muchas personas ─en su gran mayoría lectores─ sepan ahora dónde está Alepo, si, gracias a las guerras.
El Dr. Wasim sabía del riesgo que corría y las condiciones penosas en las que se encontraba estructuralmente, pero su voluntad de atender a personas que necesitaban su ayuda hizo poner en peligro la suya propia: por las mañanas realiza su labor en el Hospital Infantil de Alepo y por la tarde atendía a las Urgencias Pediátricas del centro Al Quds.
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Junto al Dr. Mohamed Wasim Maaz murieron un odontólogo y tres enfermeras ─junto a un gran número de civiles─
Volvemos a la “normalización de la muerte”. Recuerdo un estudio en el sudeste brasileño ─en mi etapa de Antropólogo─ en el que la mortalidad infantil alcanzaba el 50%. Allí era normal que muriesen la mitad de los nacidos. Las madres decían…”¡Si no estaba embarazada!” o “El niño no tenía interés por vivir”. Sin embargo la mayoría de los que morían no deberían de haberlo hecho.
También en nuestra sociedad occidental “normalizamos” la muerte. Eso es muy peligroso. ¿Y por qué? porque la normalización induce a inactividad, y “no hacer nada” es también hacerlo mal.
El director del Hospital Infantil de Alepo ─Dr. Hatem─ afirmo: “Era el mejor, siempre bromeando con el equipo en tono amistoso. Era un ser humano valiente…” “Amaba a su país y su ciudad. Amaba cuidar a los niños….”
Los asesinos dicen “Por cada médico muerto, doscientos civiles menos” ─disculpen, pero voy a guardarme para mi lo que pienso de estos asesinos con el fin de que se pueda publicar el post”─.
Las unidades móviles ─ambulancias─, los hospitales, los equipos de rescate, las enfermeras, los médicos, conductores de ambulancias y los “cascos blancos” ─voluntarios que se dedican a hacer rescate─ son las víctimas predilectas. Lanzan una primera bomba y cuando acude todo este equipo humano, lanzan las siguientes ¡Qué horror!
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ya han muerto más de 13.500 niños y 730 profesionales sanitarios…
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Este post es un homenaje a todas las personas que han dejado su vida ─en este momento enturbiado─, en pro de salvar otras vidas.
“El olvido está lleno de memoria” (Benedetti)
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Dr. Jose Vte Carmona Simarro
Enhorabuena por tu post, José Vicente. Qué tristeza que tengamos que leer esta noticias, estoy contigo. Ojalá algún día, olvidemos la palabra guerra.