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PANACEA, VERMÍFUGO DE SWAIM

PANACEA, VERMÍFUGO DE SWAIM

WILLIAM SWAIM (S.XIX)
José María de Jaime Lorén (2010)


Datos biográficos
Muy pocas cosas sabemos de la vida de William Swaim que no estén relacionadas con célebre Panacea. Algunas fuentes hablan de su origen humilde como fabricante de arneses o como encuadernador.

Tampoco se sabe como conoció la fórmula de su medicamento, aunque hay quien opina que la recibió de un médico francés. En cualquier caso, como veremos, comercialmente supo aprovechar la ocasión.

Panacea de Swaim
El nombre de Panacea asignaba a medicamentos con la virtud de curar numerosas enfermedades. La denominación procede de Panacea, hija mitológica de Esculapio y de Epione, que fue adorada como diosa en Grecia y se creía que curaba todas las enfermedades.

El momento elegido por Swaim para irrumpir con su Panacea en el panorama terapéutico no podía haber sido mejor.

Por entonces las epidemias azotaban EEUU. En 1793 la gripe y una fiebre pútrida asolaban Vermont y Virginia, Filadelfia sufría una de las peores epidemias de fiebre amarilla, en Pennsylvania se daban numerosas muertes inexplicables. De nuevo Filadelfia iba a padecer sucesivas visitas de la fiebre amarilla entre 1794 y 1798, que en 1803 llegaba a Nueva York. Así de 1820 a 1823 por todo el país se extendían diversas epidemias.

William Swaim se trasladó por entonces a Filadelfia y comenzó a anunciar su Panacea, para la cura de la escrófula, debilidad general, las enfermedades del hígado y las enfermedades derivadas de las impurezas de la sangre. A pesar de su alto costo, tres dólares por botella, rápidamente se convirtió en un vendedor nacional. Diseñó un recipiente especial para su medicina y reclutó agentes hasta establecer una amplia red de distribuidores por todo el país, llegando hasta Europa y América del Sur.

Como todo remedio secreto la composición era desconocida, aunque se sabía que los ingredientes básicos eran jarabe de zarzaparrilla mezclado con aceite de Gualteria, si bien se sospechaba que había otros más activos que no eran conocidos.

Tampoco es casual que Swaim iniciara la comercialización de su medicamento en Filadelfia, cuna de la farmacia de Estados Unidos, aprovechando la ubicación ideal de su puerto para recibir las materias primas. No en vano allí se creó la primera facultad de Farmacia y la primera asociación de farmacéuticos de EEUU. Todos ellos lucharon para conseguir la necesaria respetabilidad profesional en una batalla que se prolongó durante todo el siglo XIX, tratando también de acabar con los medicamentos secretos y los específicos de dudosa eficacia que impulsaban drogueros poco escrupulosos.

Como había sucedido cien años antes en Inglaterra, el auge de la industria farmacéutica motivó la aparición de numerosos falsificadores e imitadores. A la Panacea de Swaim le salió en la propia Filadelfia su propio imitador con la Panacea del Dr. H. Swayne, nombres como se ve muy similares.

Esta práctica de los fabricantes rivales de copiar y robar nombres o fórmulas de medicamentos no es única, pues el éxito ha sido siempre imitado con frecuencia. Ensayaban todo tipo de trucos, por eso muchos anuncios publicitarios advertían de estos imitadores incorporando en las etiquetas las conocidas muletillas de “Cuidado con las imitaciones” o “Ninguna genuina sin la firma del titular”.

Para luchar contra esta práctica fraudulenta surgieron las patentes y Swaim la obtuvo para su Panacea, detalle que incluyó en el relieve en las botellas donde la vendía. Sin embargo muchas de estas patentes no fueron renovadas con facilidad, al menos hasta demostrar la rigurosa eficacia del medicamento.

Swaim, para unos charlatán, para otros salvador de la humanidad doliente, sin duda fue un genio de los negocios y era consciente de los problemas que planteaba la competencia que copiaba su producto, por eso se opuso con soluciones publicitarias de gran creatividad.

Para empezar escribió varios libros que ensalzaban las virtudes de su panacea, que recomendaba en las enfermedades derivadas de la impureza de la sangre y de los humores, en las dolencias del hígado, reumáticas o venéreas.

Luego consiguió introducirla en enfermerías y hospitales solicitando un juicio crítico de su actividad a médicos y pacientes, consiguiendo enseguida que fuera conocida … y controvertida.

El ascenso meteórico que experimentó el consumo de la Panacea de Swaim motivó, como hemos dicho, la aparición de falsificaciones, frente a las que su inventor luchó denodadamente. En el “Saturday Evening Post” del 12 de junio 1824, avisaba a los usuarios de su producto en estos términos, y con estas instrucciones que acompañaban también a los medicamentos:
“ATENCIÓN A LOS COMPRADORES» La gran demanda y el éxito maravilloso de este medicamento, ha inducido a un número de personas a imitarlo de varias maneras.

Estas imitaciones y adulteraciones que, en muchos casos, prolongado el sufrimiento de los pacientes, en los casos en que la auténtica medicina que hubiera sido eficaz. Por lo tanto, consideramos un deber que debo al público, para darles a conocer, que es imposible, por la naturaleza misma de sus mandantes, al ser descubierta por el análisis químico y, en consecuencia, que todas las mezclas que otros representaban a ser mío, y se vende como tal, son fraudulentos y la base de imposiciones, calculado para engañar a los ignorantes e incautos. La medicina verdadera tiene mi firma en una etiqueta, en representación de Hércules y la hidra, y mi nombre en el sello.

Precio 3 dólares 50 centavos por botella, o 46 dólares por docena. Comunicaciones, con franqueo pago, y los pedidos desde cualquier parte del mundo, recibirán una atención inmediata”.

Con sólo cuatro años dedicado a los negocios, se defendía activamente contra las falsificaciones en los medios de comunicación. En un principio utilizó su firma en la etiqueta y su nombre en el sello de la botella como una primera línea de defensa. Los falsificadores, sin embargo, eran casi tan ingeniosos como Swaim. Por eso en 1824 embotellaba su medicina en grandes botellas de cuarto de litro de tamaño rectangular, con la inscripción: “Genuino Panacea de Swaim”, y aún tuvo que cambiar varias veces de modelo de botella. En 1826 reconocía en público “los numerosos fraudes cometidos por mezclas que la imitaban … En la actualidad hay por lo menos veinte imitaciones de ella”. Además de los que la imitaban con productos similares. Unos años más tarde citaba más de cincuenta imitaciones.

Más grave fue la situación que se le planteó en 1827, cuando una comisión de médicos designados por la Sociedad Médica de Filadelfia fue convocada para investigar todo lo relativo a los productos medicinales que se vendían bajo el nombre de “panacea”, pero que, sin duda, iba directamente dirigido a la de Swaim.

En el informe del 15 de diciembre de 1927 de la Comisión de Medicina, el Dr. Nathaniel Chapman, que anteriormente había recetado abundantemente la Panacea de Swaim, atacaba a los médicos cuyos testimonios figuraban en la publicidad del producto, y reconocía que en su momento había “sobrevalorado el valor de los remedios de Swaim y ahora había cesado enteramente su prescripción”. Se censuraba también que la fórmula de la Panacea de Swaim procedía de la Farmacopea Francesa, y que con el tiempo había ido cambiando su composición, pues en las primeras botellas de producto vendidas en 1820, “el sabor de la miel era muy perceptible, como en la preparación original en francés, pero en los últimos años el jarabe parece haber sido hecho en su mayor parte, sino totalmente, con azúcar.

La adición de Gaulteria sirve aún más para disimular su sabor y la naturaleza de los demás componentes”. Se criticaba asimismo sus métodos de producción carentes de uniformidad, y la contaminación con sustancias tóxicas.

En abril de 1833 escribía Chapman a su cuñado el coronel Thomas Cadwalader sobre esta cuestión en los términos siguientes: “Te remito la fórmula de la Panacea Swaim,
obtenida originalmente del profesor Mc Neven”.

Al parecer la fórmula la había copiado del Jarabe de Cuisinier de la Farmacopea Francesa, y le daba también la relación de ingredientes con los que debía preparar un jarabe corriente, y la recomendación de añadir en determinados casos una pequeña cantidad sublimado corrosivo. La dosis diaria era de tres vasos de vino llenos. Añadía que este jarabe era preferible al de Swaim, pues éste lo preparaba en grandes cantidades dificultando así una buena homogeneización del producto. Además la Panacea de Swaim contenía mercurio que causaba en ocasiones trastornos importantes a quienes la consumían.

Como vemos el ataque fue a fondo, y el comité de médicos difundió el informe en un panfleto en el que se calificada de “curandero” a Swaim. De poco sirvió pues su Panacea
siguió su escalada de ventas, lo mismo que las de sus imitadores. A su vez Swaim respondió con el siguiente anuncio en los periódicos (“El Ariel”, 2 de mayo de 1829): “Los informes falsos que sobre este medicamento valioso han sido tan diligentemente difundidos por algunos médicos, tienen su origen tanto en la envidia como en los efectos dañinos de las imitaciones espurias. El titular da la solemne seguridad de que este medicamento no contiene ni mercurio ni otras drogas perjudiciales”.

Las malas noticias continuaron llegando con más pruebas en contra de la Panacea de Swaim, incluida la relación de una muerte a causa de su medicina. Swaim respondió al ataque con un bombardeo publicitario a partir de 1827.

Quizás debido a esta campaña feroz en su contra o a la competencia de productos similares, bajó su precio en 50 centavos por botella quedando el precio en 3,00 dólares cada una.

La batalla entre Potter, el primero de sus grandes competidores, y Swaim, llamó la atención de los médicos de Boston. Así el “Diario de Cirugía” del 21 de julio 1829 publicaba un artículo que satirizaba a las panaceas que llamaba “cordiales infalibles”, en el que se burlaba de estas “estrellas gemelas” del mundo terapéutico.

En septiembre de 1827, John A. Parker comenzó a anunciar su propia panacea en el “Post Evening Saturday”, alegando que: “El Sr. Swaim desea establecer la creencia de que él es el único propietario de la célebre Panacea, sobre la que ha construido su fortuna. He estado familiarizado con la receta original con la que Swaim fabrica su medicamento. Se obtuvo a partir de la que mi suegro ha utilizado durante treinta años. Puedo establecer el hecho más allá de la posibilidad de duda, que mi medicina y la suya son una y la misma cosa”.

A su vez Parker Vegetales sacó su propia panacea, utilizando asimismo testimonios médicos vendiendo su producto que “Igual a la de Swaim o de cualquier otro, y un dólar más barato”. Otro de los impostores fue la Panacea Scout, que entre 1828 y 1829 lanzó Edwin T. Scout también en Filadelfia. Sus anuncios son de corte similar a los de Swaim.

Todavía saldrá a la palestra la de Wilson, quien alegaba haber sido empleado de Swaim durante cinco años, durante los cuales le había ayudado en la preparación de su panacea, conocía su fórmula y podía venderla a un precio mucho más barato.

No se dejó intimidar Swaim por tantos imitadores, limitándose a argumentar que el hecho mismo de que abundaran tanto era una prueba inequívoca de la superioridad de su producto.

Vermífugo de Swaim
Infusión de santónico, agárico, ruibarbo y valeriana, con algunas gotas de esencias disueltas en alcohol.

Bibliografía

ANÓNIMO (1989): Swaim (Remedios de). Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana, 58, 1185. Madrid, Espasa-Calpe.

JORDI I GONZÁLEZ, R. (1990): Una aportació sobre la penetració del Marketing americá: la “Panacea Swaim”. Circular Farmacéutica, 14, 147-160. Barcelona.

JORDI I GONZÁLEZ, R. (1996): Un fullet propagandistic i una hipotesi per a un millor coneiximent de la difusió de medicaments secrets i fantasiosos. Gimbernat, 25, 131- 139. Barcelona.

José María de Jaime Lorén
Universidad Cardenal Herrera-CEU (Moncada, Valencia)
(Octubre, 2010)