REY (MONARQUÍAS EUROPEAS) (XI-XIX)
José María de Jaime Lorén (2010)
Datos biográficos
Ya en la sociedad jerarquizada de la Edad Media, en la cúspide de la pirámide social se encontraba el Rey, dueño absoluto de todos los ciudadanos y representante de Dios sobre la tierra, como así reflejaban las obras de Lope de Vega, de Vélez de Guevara, Francisco de Quevedo o del mismo Williams Shakespeare.
Este carácter divino de los reyes se basaba en la teoría de la descendencia teocrática de los monarcas, con toda su virtualidad de poder, justicia y la correspondiente capacidad para realizar favores especiales.
No se sabe con exactitud, en lo referente al Mal del rey, cuándo se comenzó a pedir ayuda al soberano. Se tiene constancia que Eduardo III el Confesor, rey de los ingleses (1042-1066), hombre de gran piedad, sumamente caritativo y fundador de la abadía de Westminster, practicaba la imposición de manos para sanar a estos enfermos. Y ello a tenor de lo descrito en la genial obra sobre la ambición, “Macbeth”, de Shakespeare, donde se relata esta ceremonia. El dialogo discurre así entre Malcoln -uno de los hijos del rey- y un doctor:
- “Doctor: hay una muchedumbre de infelices que esperan que él los cure. Sus males ya superan el gran esfuerzo de la Ciencia; pero un simple contacto, tal es la santidad que el cielo dio a sus manos, los cura de inmediato.
- Macduff: ¿de qué enfermedad habla?
- Malcoln: el mal del Rey la llaman. La cura milagrosamente este rey bondadoso (Eduardo III) que muchas veces, desde que estoy en Inglaterra, lo he visto personalmente. Cómo hace intervenir al cielo sólo él lo sabe, pero a gentes con enfermedades muy extrañas, llenas de llagas y úlceras, que da pena mirar, ya desahuciados por la ciencia, los ha curado él imponiéndoles sus manos y colgándoles del cuello una pieza de oro, en tanto reza una oración. Y se dice que dejará en herencia a los que le sucedan en el trono el poder santo de curar …” Así pues el rito del Mal del rey se conoce en Inglaterra desde el siglo XI. Existe constancia de la realización de esta ceremonia desde Enrique VII (1465) hasta la Reina Ana en el XVIII. No obstante Guillermo de Orange, que consideraba el acto una farsa grotesca, tuvo muy a su pesar que efectuarla, pero les solía decir a los infelices incautos:“…que Dios te dé más salud, y sobre todo más sentido común”.
En España se conoce a través de nuestro ínclito Quevedoen su “Vida del Buscón don Pablos”. El célebre pícaro dice que “… le venía de casta, como al Rey de Francia, curar lamparones”.
El Mal del rey es más antiguo en Francia que en Inglaterra y España. Se sabe que esta imposición de manos se daba ya en tiempos de Clodoveo I (481-511), y ha durado prácticamente hasta el primer tercio del siglo XIX, con Carlos X (1824-1830). Se dice que Luis XVI puso sus manos sobre 2.400 enfermos de escrofulosis el día de su coronación.
Mal del Rey
El llamado “mal del rey”, en contra de lo que pueda parecer no era una enfermedad, sino un “remedio”: la enfermedad era la escrofulosis y el remedio, que no se sabe como nació, consistía en la costumbre de pedir al rey ayuda contra ella. Shakespeare en su obra “Macbeth” nos describe la ceremonia: el rey se sentaba en la sala de banquetes rodeado de médicos-cirujanos y personajes de la corte, y ponía sus manos sobre la cara del enfermo mientras un capellándecía: “el rey pone sus manos sobre ellos y los cura”. Esta ceremonia también se hizo en Francia.
La palabra escrofulosis viene del griego escrofo, cerdo, porque se quiere ver cierta semejanza en la cara de estos enfermos con dicho animal. Desde hacía tiempo se asociaba el escrofulismo con la tuberculosis, así, tras el descubrimiento del bacilo por Koch, en 1900 Ponfik destacaba la tendencia del organismo escrofuloso a reaccionar vivamente con manifestaciones exudativas y proliferativas. La piel, mucosas y los órganos linfáticos manifestaban una gran susceptibilidad a las influencias externas. Los eczemas, líquenes, urticarias, seborreas, lengua geográfica y hasta las convulsiones serían las manifestaciones más frecuentes del estado constitucional linfático.
La enfermedad se manifiesta por síntomas de la piel del tipo escrófulo-dermatosis, y síntomas ganglionares con hiperplasias linfáticas, especialmente en las regiones cervical, inguinal y mesentérica. Para concluir, el escrofulismo es una enfermedad propia de la infancia y a lo más, de la pubertad. Hoy en día la escrofulosis es considerada una variante de la tuberculosis ósteoarticular, y, contrariamente a los principios básicos, no es ya una enfermedad exclusiva del niño. Como cuadro descriptivo diremos que el escrofuloso presentaba múltiples bubones, que en la mayoría de los casos exudaban líquidos purulentos como consecuencia de una diátesis inflamatoria.
Volvamos a la parte ceremonial de la “curación”, y lo entrecomillamos a propósito porque muy a menudo eran ficticias. No todos los que se sometían a la imposición de las reales manos la padecían de verdad. Es más, se sospecha que eran muy raros. Era una época propicia para la picaresca. Por las ciudades y pueblos no eran insólitos los falsos tullidos, los afectos de alferecía o epilépticos, los llagados fraudulentos, etc., que con la palmaria manifestación de sus desgracias conseguían su diario sustento de la próvida piedad popular.
En uno de los primeros boletines de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, Vicente Ruiz da a conocer un curioso documento que emite en Elche el 19 de octubre de 1772 el corregidor de la ciudad de Jijona dirigido a los justicias de las villas y lugares de su partido, en relación a los viajes que hacían por entonces a Francia muchos españoles, al objeto de curarse los “lamparones”, más conocido como enfermedad o mal del rey, informando de lo siguiente: “Interesado S.M. por su Embaxador en la Corte de París de que algunos Españoles, con el fin de curarse de los lamparones, y en la creencia de que el Rey Christianísimo tenía esta Gracia y hacía este acto cada año, en el día de San Luis, y que estos Vasallos, siendo pobres, hacían su viaje por lo regular a pie y sin alguna comodidad, por lo que enfermaban, y tal vez, morían, sin volver a España, o sin el consuelo de verse curados; pues el Rey Christianísimo no hace ya tal ceremonia, como lo hacían sus predecesores por costumbre muy antigua, nacida de la ignorancia y superstición de los siglos pasados. Por Orden de la Rl. Cámara de siete de este mes, se ha servido mandar: Que para impedir que ningún español se exponga a un viaje enteramente inútil, y evitar el que se rían en París de esta credulidad, en que no se ve caer a ningún extranjero, esta Rl. Audiencia lo comunique a los Correxidores del Reyno para que se cumpla la referida R. Orden”.
Bibliografía
FOLCH JOU, G. (1972): Historia de la Farmacia. Madrid, 3ª ed.
LEÓN MEJÍAS, M. (1993): Escrofulosis. La enfermedad del rey. Sevilla. Visitar Web Galería Arte. Consulta 30 de julio de 2010.
RUIZ MAGRO, V. (1952): En torno a la enfermedad o mal del Rey. Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, 10, 58-60. Madrid
José María de Jaime Lorén
Pablo de Jaime Ruiz
Universidad Cardenal Herrera-CEU (Moncada, Valencia)
(Julio, 2010)