ANATOINE GERMAIN LABARQUE (1777-1850)
José María de Jaime Lorén (2010)
Datos biográficos
Importante farmacéutico y químico francés. Con apenas 13 años de edad entró como aprendiz en la farmacia de Preville en Orthez. A los 16 años fue movilizado por el ejército de los Pirineos en la zona de Auvergne, Grenadier Occidental, alcanzando la graduación de sargento en el campo de batalla. Mientras tanto aprovechaba el tiempo libre para trabajar en la farmacia de Garrison de San Juan de Luz, de donde pasa a España con la responsabilidad de farmacéutico jefe de Hospital Militar. Padeció entonces el tifus así como alguna intoxicación por absorción de drogas en las operaciones de laboratorio.
Graduado en el ejército en 1795, prosiguió sus estudios y prácticas de farmacia en el establecimiento del licenciado Féau de Montpellier, recibiendo lecciones del célebre Chaptal. Marchó luego a París en 1799, para trabajar en la farmacia de la viuda de Bertrand Pelletier que estaba bajo la tutela de Bouillon-Lagrange y de Parmentier. Allí sigue los cursos de Morelot, Chéradame y Vauquelin, hasta graduarse de farmacéutico en 1805, lo que le permitió establecerse un año después en la botica que abrió en el número 65 de la calle San Martín de París.
Se inicia entonces su actividad publicista con notas sobre el fósforo disuelto, electuarios, tinturas alcohólicas o de benjuí, en las publicaciones de la Sociedad de Farmacia de París de la que formaba parte desde 1809.
En 1820 la Sociedad para el Fomento de la Industria Nacional convocó un concurso dotado con 1.500 francos, con el objeto de buscar “un proceso mecánico o químico para quitar la membrana mucosa de los intestinos del ganado vacuno, sin el uso de la maceración y que evite su putrefacción”. Dirigía la investigación Charles Louis Cadet Gassicourt, que preparaba el intestino por soplado. Con estos antecedentes Labarraque consideró la posibilidad de utilizar el cloro, entonces de moda como desinfectante.
Efectivamente, conociendo la utilidad del oxicloruro de sodio en el tratamiento de heridas, y conociendo sus propiedades desinfectantes, Labarraque inventó su famoso “cloruro de óxido de cal y soda” que es una variedad de la lejía actual. Dado su bajo precio y su eficacia, este Licor de Labarraque, como será siempre llamado, se hizo famoso y fue ampliamente utilizado en la limpieza de los establos del ejército, en tratamientos de aguas residuales, en epidemias coléricas, etc.
Podemos decir que nuestro farmacéutico inundó a partir de entonces el mundo con sus productos higiénicos. Las casas de socorro los distribuían de forma gratuita a los indigentes, y pronto fueron usados en los hospitales de todo el mundo. El uso generalizado que hoy se hace del hipoclorito sódico en la purificación del agua o en la medicina humana y animal, es la aportación más importante que realizó Labarraque.
En 1825 sus trabajos científicos fueron recompensados por la Academia de Ciencias con un premio de 3.000 francos.
En 1824 había ya ingresado en la Academia de Medicina, en 1836 era nombrado miembro del Consejo de Higiene y Seguridad Pública del Departamento del Sena y desde 1827 era caballero de la Legión de Honor.
En 1840 regresó a Labarraque a Florón, su tierra natal, donde fue agasajado por el Ayuntamiento y la delegación de Farmacia. Volvió muy cansado y cedió a sus hijos la farmacia y sus patentes de desinfectantes. Tras su muerte, sus restos fueron inhumados en el cementerio parisino de Pére-Lachaise.
Entre otros textos se le debe “Sur la dissolution du phosphore” (1805), “Sur les électuaires” (1805), “De l’emploi des chlorures de sodium et de chaux” (1825), “Manière de se servir du chlorure de sodium” (18259 y “Notes sur les asphyxies prouites par les émanations des fosses d’aisances” (1825).
Agua de Labarraque
También conocida como Licor de Labarraque, se trata de un reactivo formado por una mezcla de 10 gr. de cloruro de cal, cloro activo al 25 % y 12’5 gr. de carbonato sódico, disuelto todo en un cuarto de litro de agua destilada. Después de clarificado, se filtra y se obtiene el reactivo. Esta solución acuosa de hipoclorito sódico con algo de cloruro sódico, en realidad es uno de los grandes antecedentes de la lejía común.
A dosis muy bajas se usó también como antiespasmódico. El propio Antoine Germain Labarraque hablaba de su líquido higiénico en estos párrafos que tomamos de una edición española de su libro sobre el uso de los oxicloruros de sodio y de cal, en los mismos se refiere a experiencias realizadas con el licor por el doctor Segalas, profesor agregado a la Facultad de Medicina, en experiencias fisiológicas realizadas por él con anterioridad: “ … que los médicos debían manejarse con mucha circunspección y reserva en la administración del Cloruro sobre los tejidos descubiertos, y sobre todo cuando hayan de inyectarlo en las partes genitales. Dilatado en agua, es menos irritante y conserva sin embargo todas las cualidades preciosas que le han colocado entre los remedios enérgicos.
Al presente, añade el mismo, puedo apoyar esta última proposición con dos observaciones de enfermedades gangrenosas curadas hace poco tiempo bajo la influencia de este agente, conocido por lo común con el nombre de licor de Labarraque.
Uno de estos hechos se observó en un hombre atacado de una gangrena en consecuencia de una inflamación de orina (sigue la descripción de la enfermedad), y además tenía el escroto cinco veces mayor que su volumen ordinario, todo infiltrado de orina, y esfacelado en la parte más declive; la mancha gangrenosa era de figura elíptica, de cuatro pulgadas de extensión hacia el raphe, y de dos a dos y media en dirección contraria. Incidí profundamente la escara (continúa el profesor); dejé desengurgir los labios de la herida; introduje una sonda fina en la uretra; lavé las partes muertas con el Cloruro de sosa puro, con lo que la parte enferma, la casa y el cuarto quedaron desinfectados al instante.
Terminé la cura con hilas empapadas en el mismo licor, disuelto en cuatro parte de agua; a la mañana siguiente encontré con mucha satisfacción mía que se habían desprendido muchas escaras, y el enfermo se hallaba en muy buen estado; por tanto, repetí la misma curación, y a la tarde encontré la úlcera viva y encarnada por toda la superficie; suspendí el uso del Cloruro, y diez días después estaba la úlcera perfectamente cicatrizada”. Epónimos Científicos. Universidad CEU Cardenal Herrera Julio 2010.
A continuación Labarraque refiere otra experiencia sobre el empleo clínico de su licor, en un caballo asistido por el veterinario Mr. Bourley. Por su parte, estimaba recientemente Francisco Durán que el: “Agua o licor de Labarraque: cloruro o hipoclorito de sosa líquido. Líquido incoloro, a veces levemente rosado, transparente, de olor de cloro; sabor picante y salado. Prepárase de la manera siguiente: deslíense 100 gramos de cloruro de cal seco a 90º en 3.000 gramos de agua; disuélvanse aparte 200 gramos de carbonato de sosa cristalizado en 1.500 gramos de agua, mézclense las dos disoluciones y fíltrese.
El licor de Labarraque puede prepararse también haciendo llegar el cloro a una disolución de carbonato de sosa, debe contener de cloro dos veces su volumen. Consérvase en vasos bien tapados y al abrigo de la luz. Es un veneno irritante y enérgico; se ha aconsejado (diluido) en las fiebres tifoideas y en la fiebre amarilla”.
Bibliografía
BONNEMAIN, H.: Labarraque, Antoine (1777-1850). Web . Consultada 30 de julio de 2010.
DURÁN, F. (2000): Bitácora médica del Doctor Falcón: la medicina y la farmacia en el siglo XIX, 147. Plaza y Valdés Editores.
LABARRAQUE, A.G. (1828): Memoria sobre el uso de los cloruros de óxido de sosa y de cal, 23-25. Madrid.
VEGAS FABIÁN, G. (1950): Primer centenario de Labarraque. El licor de Labarraque en la Historia de la Farmacia. Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, 3, 18. Madrid.
José María de Jaime Lorén
Universidad Cardenal Herrera-CEU (Moncada, Valencia)
(Julio, 2010)