El demonio genera interés. De hecho, una entrada que hable sobre Dios quizá no llame mucho la atención, pero habrá quien vea el tema del demonio y piense: «vamos a entrar, a ver qué dicen». Pues bien, en esta entrada vamos a hablar del demonio, aún a riesgo de que se borre el relato, más o menos amable, del angelito regordete con cuernos y rabo.

Quizá haya quien piense que el ateísmo y el demonio están íntimamente relacionados. Al fin y al cabo, cabe pensar que la lógica del demonio sería que la gente no crea en Dios, que piense que no existe. ¡Cuántos creyentes se habrán descubierto a sí mismos relacionando a los ateos con el demonio…! Sin embargo, el demonio es una criatura espiritual, y como nos recuerda Santiago en su Carta, los demonios creen, y tiemblan (cf. Sant 2,19). No hay un solo artículo del Credo que los demonios no conozcan.

Por echar más leña al fuego, también podemos decir que el Maligno maneja la Sagrada Escritura mejor que muchos discípulos de Jesús. De hecho, en el pasaje de las tentaciones según san Mateo (Mt 4,1-11), vemos que alude a la Escritura para tentar a Jesús. Tendría sentido seguir la lógica que plantea Satanás, ¿no?  Al fin y al cabo, sólo busca que se cumpla la Escritura… no debe de ser tan malo… ¿o sí?

Además, el demonio parece que atiende a la naturaleza del ser humano. En la primera tentación en el evangelio de san Mateo, Satanás apela a la humanidad de Jesús para que convierta las piedras en panes. Después de cuarenta días ayunando, comer no suena descabellado. Sin embargo, el tema no está en que comer sea malo, sino en que Jesús sabe que no es el momento de hacerlo, ni el demonio debe ser quien desencadene esa acción. Parece que el demonio no es tan descarado como se podría pensar…

«…el demonio es un maestro de la sutilidad.»

De hecho, el demonio es un maestro de la sutilidad. Si no fuera así, no tendría éxito. Si a ti te ofrecen hacer algo que sabes que está mal, lo normal, es que no lo hagas, salvo que de algún modo veas que tan mal, no está. Ahora, si te lo pintan como que en el fondo no está mal, o que vas a ayudar a alguien o a ti mismo, o que es inevitable… entonces está bien, o al menos no está mal, le pese a quien le pese.

Es más, si lo pensamos, la tentación no es más que el fruto de una dinámica distorsionada; ésta se produce cuando la persona se conducida a llevar a cabo una acción que le aleja de Dios (esa acción es el pecado). Podemos decir que la tentación es el proceso por el que una persona llega a considerar como una opción, algo que sabe que no le hace bien. En definitiva, la tentación es un engaño que no tiene porqué condicionar. aunque muchas veces es la antesala del alejamiento de Dios.

«La tentación no es más que el fruto de una dinámica distorsionada»

Parece que Satanás no es tan escandaloso, al fin y al cabo. Es más bien sutil, reviste lo que está feo de una belleza aparente para llevarnos a su terreno. Engaña, y la mentira es el instrumento que utiliza para llevar adelante sus tretas, sabiendo que es frustrante saberse engañado, y el demonio disfruta con la frustración. Sin embargo, no es él quien tiene la última palabra. Jesús lo vence, en las tentaciones y en la cruz, y a quienes le siguen, les da la fuerza de la gracia para no dejarse engañar.

«Jesús lo vence, en las tentaciones y en la cruz»

Al final, la cuestión acerca del demonio es una cuestión más cotidiana de lo que cabría esperar en un primer momento, pero que parece que, al menos, es digna de reflexión. Además, es una cuestión que parece más presente en Cuaresma, ese tiempo que empieza siempre con las tentaciones de Jesús. Quizá comience así porque en este tiempo, la tentación se vuelve más acuciante. O quizá comience así, porque reconocer esa sutilidad cotidiana, puede ser una cuestión más compleja e importante de lo que a algunos les gustaría imaginar.

 

 

Algunas reflexiones de esta entrada están basadas en el libro de Fabrice Hadjadj: La fe de los demonios (o el ateísmo superado). Próximamente, vamos a lanzar un Seminario de estudio y profundización sobre esta obra, para que podamos profundizar juntos en ella. En breves te informaremos desde el Servicio de Pastoral y el Instituto de Humanidades Ángel Ayala.

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