Comenzamos el itinerario cuaresmal en este domingo, en el que escuchamos las tentaciones de Jesús, tal y como nos las transmite San Marcos. Quizá pueda parecernos que el evangelista no da muchos detalles comparado con Lucas o Mateo, pero ciertamente dice lo que quiere decir. Jesús no habla, simplemente es tentado por el diablo, para acto seguido hacer el anuncio de la Buena Noticia: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).


Las tentaciones en el desierto al inicio de la cuaresma son para nosotros un motivo de esperanza. Jesús es tentado, y esto es real con todo lo que conlleva. Asumir la tentación significa asumir nuestra humanidad. Sin embargo, vemos que es tentado, sin llegar a alejarse de Dios. Esto significa que, nosotros también podemos resistir a la tentación, que no tenemos porqué caer. La tentación de Jesús es para nosotros la palabra de ánimo que muchas veces necesitamos, porque nosotros también somos tentados. Pero, si caemos y volvemos a mirar hacia Dios, Él nos vuelve a anunciar su Buena Noticia: «el Reino de Dios está cerca».


El tiempo de Cuaresma nos acerca a la humanidad de Jesús, para que podamos reconocer mejor su divinidad. Es una llamada a considerar hasta dónde llega el amor de Dios por nosotros, que se manifiesta en Jesús. Como nos recuerda la primera lectura, Dios ha establecido una alianza con nosotros, y esta alianza es la promesa de que podemos estar más cerca de Él, que estamos llamados a la vida y a recibir esa Buena Noticia que viene a traernos.


Que el Señor nos ayude a contemplarlo en la tentación, para recordar que el pecado no tiene la última palabra, sino que la tiene el amor de Dios en nosotros, su gracia y su misericordia.

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