Hemos comenzado la CUARESMA, tiempo de intensa preparación para poder celebrar la Pascua, el acontecimiento más importante de la historia de la salvación: la pasión, muerte y resurrección del Señor. Es un tiempo en el que el Señor te invita a tomarte en serio tu vida, tu conversión, tu renovación. Renovarse es convertirse a Jesucristo, el Señor, el Señor de tu vida: ¡de toda tu vida!

La Cuaresma te invita a cerrar tu corazón a la tentación y abrirlo al Espíritu Santo

La Cuaresma nos recuerda que la vida es un serio combate en el que se hace presente el tentador, el demonio, que como león rugiente ronda buscando a quien devorar. Si le abres el corazón al tentador, te llevará por el camino del orgullo, de la mundanidad y de la autosuficiencia, de lo superfluo, del materialismo y del egoísmo, de la ambición y del poder, del placer y de la fuerza…

La Cuaresma te invita a cerrar tu corazón a la tentación y abrirlo al Espíritu Santo. Un corazón que reconoce su pecado y confía en la misericordia de Dios: El Señor enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud. El Espíritu Santo te lleva también a ti a entrar en el desierto para encontrarte con Dios. El desierto es el “lugar” en el que eres despojado de tus “seguridades”, donde vas siendo purificado -si te dejas- de todas las idolatrías, para que puedas experimentar que mi fuerza y mi poder es el Señor.

La raíz de todas las tentaciones es querer ser tú el dios de tu vida. La tentación es la invitación a hacer el mal, a apartarte del plan de Dios sobre tu vida. Esto nos recordaba el signo de la ceniza: tú no eres dios. Tú eres polvo. Tú no te das la vida a ti mismo.

¿Cuáles son hoy las tentaciones de tu vida? ¿Cómo luchas contra ellas? El evangelio del miércoles de ceniza nos recordó tres medios para el combate espiritual: la oración y meditación de la Palabra de Dios, el ayuno y la limosna.

Os animamos a pedir al Espíritu Santo el don de fortaleza para poder combatir el buen combate de la fe y así poder experimentar en tu vida la victoria de Jesucristo.

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