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Las lecturas de este domingo del tiempo ordinario nos recuerda que es de bien nacidos ser agradecidos, a través de este leproso que vuelve a agradecer a Jesús el haber sido curado. Jesús tiene compasión de un grupo de diez leprosos, pero solo uno vuelve a agradecer lo que Jesús ha hecho con él.
El agradecimiento es la actitud propia de aquél que recibe las cosas como un regalo. Lo contrario al agradecimiento es la exigencia. Cuando creemos que las cosas nos son debidas, dejamos de ser agradecidos, porque pensamos que el mundo está en deuda con nosotros. Este leproso que regresa a Jesús a darle las gracias da gloria a Dios a través del agradecimiento porque reconoce el don que ha recibido.
Sucede como con Naamán, el sirio, en la primera lectura, cuando se siente en deuda con Eliseo. Naamán descubre que Eliseo vive la palabra evangélica de que aquellos que se recibe gratis, se debe de dar gratis. Y todo esto, para nosotros, viene motivado por el hecho de reconocer que en la muerte y resurrección de Cristo ya lo hemos recibido todo, como nos recuerda San Pablo en la segunda lectura.
Por eso, pidamos este domingo al Señor a que nos enseñe a dar gloria a Dios a través del agradecimiento. Que seamos agradecidos con todos los dones que Dios nos hace para agradecer también todo lo que nos trae a través de los demás.