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En las lecturas de este domingo, para seguir en camino, contemplamos una escena en la que el Señor hace de Simón Pedro y de algunos otros algo más que unos simples pescadores: los constituye en pescadores de hombres. Y para eso, primero les muestra algo imprescindible en el anuncio del Evangelio: que es Él quien lleva la delantera.
En el evangelio de este domingo, vemos cómo el Señor pide a Simón que reme mar adentro. Simón cree que no va a servir de nada, pero se fía de la palabra de Jesús. Sin embargo, no sucede lo que Simón cree que va a pasar. Después de hacer lo que dice Jesús, las barcas se llenan de peces hasta arriba. Esta lección que ha aprendido Pedro y sus amigos, es una lección que también nosotros estamos llamados a aprender.
No nos tiene que dar miedo pensar que no vamos a poder, o que no nos van a escuchar.
Nosotros también hemos recibido esa llamada al corazón a seguir a Jesús, de una manera única. Sin embargo, seguir a Jesús y anunciar el Evangelio no es algo que vaya a depender exclusivamente de nosotros. Dios no nos llama a nada que no vayamos a poder realizar, porque quien lleva la delantera es Él. No nos tiene que dar miedo pensar que no vamos a poder, o que no nos van a escuchar: es Él quién va a hacer que el mensaje del Evangelio llegue a los corazones de los demás. De hecho, en la segunda lectura vemos cuál es el contenido básico del anuncio del Evangelio, el kerygma: «que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras». Esta es la base de todo lo que vivimos y anunciamos, y aunque nos parezca fuerte, Jesús nos asegura que es esto lo que cambia el corazón de las personas.
Por eso, vamos a pedirle al Señor que nos ayude a confiar en su Palabra que nos anima a anunciar su amor a los demás. Que Dios nos ayude a ser discípulos misioneros de su Evangelio, para estar siempre en camino.