Quizá nos pueda parecer dura la parábola que hoy el Señor nos propone, sobre todo por el resultado de la inactividad de aquél que recibe un talento y lo esconde bajo tierra: a este empleado se le quita el talento que tenía y se le echa afuera. ¿Es de verdad el Señor tan duro con nosotros?

Lo cierto es que tenemos que comprender la enseñanza que el Señor nos transmite en esta parábola, pues este empleado holgazán comete el error de, en todo el tiempo, no hacer absolutamente nada. Los otros tampoco hacen mucho: simplemente se arriesgan. Meten el dinero en el banco que es la única manera que encuentran de hacerlo fructificar. Y sin embargo, este empleado que recibe el enfado de su señor no hace absolutamente nada.
El problema que nos encontramos es de correspondencia: después de todo lo que ha recibido, no corresponde arriesgándose para hacerlo fructificar. Nosotros, seguidores de Cristo, estamos llamados a arriesgarnos, a mojarnos, a implicarnos con aquello que Dios nos da para anunciar su Palabra y entregarnos por los demás. Lo contrario sería la inacción, el ver pasar los problemas desde lejos y no “mojarnos”. El Papa nos recuerda que la Iglesia es “hospital de campaña”, lo que significa que tenemos que arriesgarnos para cuidar y ayudar a quienes Dios pone a nuestro lado.

La felicidad, si no se comparte, no se puede vivir de manera auténtica. Que el Señor nos ayude a poner en juego los talentos que nos regala en favor, sobre todo, de los más necesitados.

la Iglesia es un hospital de campaña

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