Fue a lo largo de su juventud cuando Domingo Pacheco supo que alimentar su vida de Fe suponía para él un camino hacia la felicidad. Guiado por la intuición de que Dios le quería sacerdote, decidió ingresar en el Seminario con 21 años. Han pasado diez años desde entonces y hoy Domingo es el nuevo Capellán del Campus de Valencia de la CEU UCH. Tiene por delante muchos retos –una Universidad más internacionalizada que nunca y un curso académico diferente por la crisis sanitaria—pero también un objetivo claro: acompañar a cualquier miembro de la comunidad universitaria que pueda necesitarle.

Domingo Pacheco, nuevo Capellán de la CEU UCH (fotografía del estudiante Jaume Gascó)

Domingo, para que podamos conocerte un poco más, ¿cuál ha sido tu trayectoria desde que terminaste tus estudios en el Seminario?

Me ordené sacerdote el 24 de junio de 2017. Después estuve en la parroquia de la Pobla de Farnals, y tres años en las parroquias del Rincón de Ademuz. He estado vinculado al movimiento Juniors, del que ahora soy consiliario diocesano, lo que me ha permitido trabajar siempre con gente joven. Es algo por lo que me siento agradecido y que vivo como una gran oportunidad.

«Los jóvenes tienen mucho que aportar a la Iglesia y al mundo de la pastoral»

Y ahora inicias una nueva etapa, como Capellán de la Universidad, ¿qué labor te gustaría llevar a cabo en la CEU UCH?

Más allá de lo más propio de la pastoral (celebrar la Eucaristía, organizar tiempos de oración…), la experiencia con la pastoral universitaria depende de cada persona. Yo quiero estar ahí para quien que lo pueda necesitar.

También me gustaría tratar temas que sean de influencia académica desde una perspectiva evangélica. Charlas en los que puedan establecer diálogo el mundo de la razón, de la Fe y de la vida propia de las personas que formamos parte de la Universidad.

«Yo quiero estar ahí para quien que lo pueda necesitar»

¿Qué le dirías a un estudiante que está dudando si acercarse o no a hablar contigo?

¡Que venga, que no tiene absolutamente nada que perder! Que se sentirá escuchado, eso se lo garantizo. Ser sacerdote, para mí, es una invitación a poner por delante a la persona. Esto forma parte de en lo que yo creo y por lo que entrego mi vida. Lo mejor que puedo hacer por las personas que se acercan a mí es escuchar e intentar ponerme en sus zapatos.

Quizá no pueda dar siempre consejos o soluciones porque eso a veces tienen que hacerlo otros profesionales (médicos, psicólogos…). Pero los sacerdotes estamos para ayudar y eso significa echar una mano a quien se encuentre en una situación de la que quizá solo no puede salir.

Domingo Pacheco en el Hall de la Facultad de Ciencias de la Salud (fotografía del estudiante Jaume Gascó)

En ese sentido, una gran labor que podemos hacer es la escucha. Además, como sacerdote, no tengo interés en juzgar ningún tipo de situación. Puedo compartir las penas y las quejas de quien quiera hablar conmigo. ¡Y también las alegrías, por supuesto! Porque la alegría compartida sabe mejor.

«Ser sacerdote, para mí, es una invitación a poner por delante a la persona. Esto forma parte de en lo que yo creo y por lo que entrego mi vida»

Nuestra orientación educativa está basada en los pilares del humanismo cristiano, ¿qué valor añadido le encuentras a formarse en una Universidad como la nuestra?

Para comprender el pensamiento occidental actual, necesariamente hay que pasar por la aportación del cristianismo a lo largo de los siglos. Y no hace falta ser católico para entender el contenido del humanismo cristiano y estar de acuerdo con él.

Promocionar este modelo de humanismo significa apostar por una serie de valores que nuestra sociedad necesita actualmente: fraternidad, solidaridad, amistad social… Estos valores favorecen que crezcamos en humanidad y, por tanto, que seamos mejores. Así que estudiar en un lugar en el que se están poniendo en valor aquellas cuestiones del mensaje cristiano que enriquecen la vida de las personas, tanto si profesan la Fe católica como si no, pienso que es muy positivo.

«Cuando una persona tiene Fe, ésta hace que pueda vivir las cosas con esperanza y centrando su mirada en los demás, particularmente en quienes más sufren»

Estamos viviendo un momento inédito provocado por la COVID 19, ¿cuál crees que es el papel de la Fe en medio de esta pandemia?

Es bueno que podamos vivir este tiempo peculiar en el ámbito de las tres virtudes teologales: la Fe, la esperanza y la caridad. Cuando una persona tiene Fe, ésta hace que pueda vivir las cosas con esperanza y centrando su mirada en los demás, particularmente en quienes más sufren. De esta forma, no todo se queda encerrado en la catástrofe que estamos viviendo. En medio de toda esta situación, a través de la Fe podemos encontrar un horizonte.

«Promocionar el humanismo cristiano significa apostar por una serie de valores que nuestra sociedad necesita actualmente»

 

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