Domingo III del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Hoy escuchamos de boca de Jesús el contenido fundamental del Evangelio de Dios: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio». En este domingo de la Palabra de Dios, estas palabras de Jesús nos recuerda algo fundamental para nuestra vida: su cercanía pide nuestra conversión.

La conversión es una constante en la vida del cristiano. En términos físicos, convertirse significa “volverse hacia”, volver a situar nuestra mirada hacia un punto. A veces, es cierto que nuestra mirada se despista en mil cosas, y vemos sin mirar nada. Sin embargo, la invitación que Jesús nos hace es a volver nuestra mirada hacia Dios, que nos descubre que a través de Él miramos a los demás como lo que realmente son: hijos de Dios. Cuando resituamos a Dios en nuestro campo de visión, vemos con más nitidez, porque vemos las cosas desde su mirada.

Jesús nos invita a mirar hacia Dios

Ahora bien, en este domingo, la Iglesia nos recuerda que la Palabra de Dios es ese instrumento que Dios nos ha dejado para poder volver nuestra mirada hacia Dios y vivir aguardando la novedad que Dios trae a nuestra vida, como nos pide el apóstol San Pablo en la segunda lectura. Asumir esta novedad es dejar que Dios nos vaya haciendo más a su imagen, para poder anunciarlo donde no lo conocen, a través de las obras que Él va haciendo en nosotros, como hizo Jonás con los habitantes de Nínive.

Por eso, pidámosle hoy al Señor que nos ayude a profundizar en su Palabra para que nuestro corazón se vuelva hacia Él, de manera que mirando a los demás tal y como Dios los mira, les anunciemos el Evangelio amándolos como Jesús nos ha amado.

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