El domingo “gaudete” (gozo) es un domingo propio del tiempo de Adviento, que toma su nombre de la antífona inicial de la misa: Gaudete in Domino semper. Estas palabras de San Pablo, “Alegraos siempre en el Señor”, marcan el tono de la celebración. Sin embargo, ¿en qué consiste esta alegría?

Alegraos siempre en el Señor

Pues, para comprenderlo, el Evangelio acerca a nuestro corazón a Juan el Bautista a través del evangelista san Juan. Juan el Bautista siempre se nos propone en adviento, pero siempre supone una llamada de atención por su vida ascética, su vestimenta… ahora bien, ¿vivió Juan la alegría? Pues Juan el Bautista es la primera criatura que saltó de gozo en presencia del Salvador, como nos recuerda el relato de la visitación. Sin embargo, por la presentación que de él nos hacen los evangelios, no parece alguien demasiado “alegre”. ¿Por qué?

Quizá sea porque la alegría de Juan el Bautista va más allá de la alegría superficial, vivida como algo momentáneo. La alegría de Juan el Bautista es la alegría de aquél que sabe situarse y sabe cuál es su lugar, la alegría que da paz al corazón porque se manifiesta en una autenticidad de vida. Juan el Bautista vive la alegría que nace de la fidelidad de la voluntad de Dios en su vida, que él es capaz de reconocer, como nos recuerda la segunda lectura. La alegría que Dios nos ofrece es aquella que nace de un corazón en paz consigo mismo, que nace del corazón y se comunica a los demás en nuestra vida, que está por encima de las circunstancias. Quizá veamos muchas circunstancias, graves y serias, a nuestro alrededor, pero la alegría del corazón es aquella que se manifiesta de la paz de saber que vivimos en el amor de Dios.

Pidamos al Señor que llene nuestro corazón de alegría, como el corazón de María, que proclama las maravillas que Dios ha hecho en ella.

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