El desierto bíblico es un período de enamoramiento de Dios, una experiencia de su amor. Es un período de prueba, un lugar de paso hacia la tierra prometida. El desierto cuaresmal es, sobre todo, oración. Solamente cuando nos despojamos de cosas queridas y nos exiliamos de nosotros mismos, comenzamos a tener a Dios a la vista y a mirar con una visibilidad nueva a los hombres. Pero, ¿sabes qué es la Cuaresma?

La Cuaresma comienza mañana Miércoles de Ceniza. ¿De dónde sale esa ceniza que usa el sacerdote? Procede de los ramos que se bendijeron en el Domingo de Ramos del año anterior. Es una práctica que tiene raíces bíblicas y se desarrolló especialmente en la Edad Media. El Miércoles de Ceniza, conocido también en la tradición litúrgica como «miércoles al inicio del ayuno». De este modo, empieza una preparación para celebrar  —después de los 40 días de cuaresma— el misterio de la Pasión, muerte y resurrección de Cristo. Es por todo ello que, desde sus inicios este miércoles tiene sentido de penitencia, y es un gesto que posee gran carga simbólica.

Te invitamos a asistir mañana a las 10h a la Eucaristía en la capilla del Edificio de Salud para la imposición de la ceniza.

Siguiendo esa costumbre cada año, cuando nos preparamos para celebrar la Semana Santa, la Iglesia nos invita durante la Cuaresma a entrar en una suerte de desierto. La finalidad es descubrirse necesitados de Dios, pero, ¿qué podemos aprender del desierto?

Solo Dios basta

¿No sientes que te has cargado de cosas innecesarias? Cosas que hacen más pesado el camino, que entrampan, que hacen los pasos lentos y costosos. Nos llenamos de cosas que llenan nuestra vida: objetos, compromisos, responsabilidades. ¿Son todas igualmente necesarias? Jesús, en el desierto, se despojó de todo lo que sobraba para centrarse en lo esencial: Dios.

El desierto es un lugar de encuentro

No es un tiempo de privaciones, es un tiempo de conversión que la Iglesia nos regala para que podamos encontrarnos con el Señor. Nuestra vida es rutinaria y necesitamos un encuentro personal significativo para poder centrarnos en lo esencial. Cuando uno esta en el desierto no queda más que concentrar la mirada en lo que tenemos delante. Si lo hacemos de la mano de Dios, empezarán a surgir muchos detalles donde pensábamos que solo había vacío. Incluso en las situaciones más difíciles, podrás encontrar cosas positivas y lecciones valiosas. Hay bondad en toda situación, hasta en la más difícil, porque Dios nunca es ajeno a nuestra vida y siempre esta ahí. 

Ir al corazón

No es solo cuestión de sentimientos. Es ir a lo que es esencial. En la desesperación uno realmente se aferra y busca lo que necesita. Se vive así una de las experiencias más importantes y que termina siendo una bendición: que nadie es autosuficiente, y que estamos radicalmente necesitados de Dios.

Jesús también atravesó su propio desierto

Es algo que pocas veces tenemos en cuenta y Él nos enseña a cómo vivirlo. Lo hizo voluntariamente al inicio de su misión, e involuntariamente al final de su vida en el tiempo de su pasión. Ambos momentos tienen una experiencia común: confianza en el Padre. La tentación intentó apartar a Jesús del Padre. En los momentos más duros Jesús nos enseña a mirar a Dios y confiar absolutamente en sus promesas. Nos invita a no apartarnos de Él.

En el desierto hay vida

Sí, has leído bien. Recordemos la experiencia del pueblo de Israel, que estuvo cuarenta años en el desierto. Fue un tiempo de prueba, pero también un tiempo de gracia y una gran lección para Israel. A pesar de sus continuos rechazos y olvidos, Dios lo perdonó. Y en los momentos de mayor hambre, les dio el maná del cielo.

 

Así pues, te invitamos a vivir este período de preparación de la manera más esperanzadora y dispuesta posible. Recuerda que no es un tiempo de limitaciones, sino de encuentro y de conversión. El Señor llama incansablemente a la puerta de tu corazón. Para que Él pueda entrar e iluminar tu vida, primero has de dejarle pasar. ¡Descansa en Jesús!

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