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Hoy celebramos la Santísima Trinidad, una solemnidad que busca poner en el centro de nuestra vivencia cristiana el ser mismo de Dios, para que disfrutemos plenamente de los frutos de su amor.
El evangelio que se escucha hoy en la celebración eucarística nos habla de la promesa del Espíritu Santo como aquél que nos conducirá hasta la verdad plena. Esta verdad, que se muestra a nuestro corazón, es Dios mismo que se nos comunica en la acción del Espíritu Santo. Así, podemos conocer a Dios en aquello que necesitamos. El Espíritu, que proviene del Padre y del Hijo, viene a nuestra vida para que podamos acceder a Dios. Y, ¿Cómo se nos muestra Dios? Como Tres personas en una sola naturaleza. Una sola realidad, que es Dios, en tres personas distintas, con igual dignidad, pero que no se confunden entre sí. Tres personas unidas en lo que son, que se nos muestran como un solo Dios, y que nos manifiestan que Dios es Amor. Esa unión en Dios se nos manifiesta en el Espíritu Santo que viene a nuestra vida, y nos comunica el Amor de Dios para hacernos entrar en comunión con Él.
La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos; es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad.
Papa Francisco
Por tanto, celebrar la Santísima Trinidad es celebrar que Dios, que es amor, se nos ha comunicado y ha querido que lo conozcamos, para que recordemos que estamos llamados a recibir y vivir su amor en todas las circunstancias de nuestras vidas. Que esta solemnidad nos ayude a profundizar en el misterio de Dios y a conocerlo más en profundidad desde la acción del Espíritu en nuestros corazones.