A nadie le gusta que le engañen. Y más, si se da cuenta de que le están engañando. Y hoy Jesús nos previene del engaño ante el día de su venida, invitándonos a reafirmar nuestra fe y nuestra confianza en Dios.

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Las lecturas de este domingo, cercano a la solemnidad de «Jesucristo, Rey del Universo», nos ponen en tensión ante el Día del Señor, en el que queda a la luz la verdad y la mentira, el bien y el mal. Y, ante esto, Jesús nos previene, no ante un evento futuro, sino ante una realidad presente. De hecho, el Reino de Dios ha sido puesto por obra en Él. Jesús nos invita a vivir ya el Reino de Dios, y nos previene ante las tentaciones de los atajos.

Ante una situación convulsa, la novedad se vuelve doblemente atractiva. Somos de buscar la solución rápida, el camino fácil. No digo que tengamos que complicarnos la vida. Ahora bien, sí que es cierto que la perseverancia hace santos. Por eso el Señor previene ante los «falsos profetas», las falsas ilusiones de un camino distinto del que Él nos ha anunciado. Y esto se concreta en nuestro día a día. Ante la adversidad, viene la tentación de dejar de lado lo conocido y aventurarse en algo distinto.

Ahora bien, nosotros estamos llamados a perseverar, incluso frente a la adversidad. Al final, es una cuestión de confianza. En la medida en que somos capaces de confiar, nos mantenemos firmes. Cuando nuestra confianza flaquea, nos tambaleamos ante los contratiempos. Por eso es importante tomar conciencia de que el Señor nos previene ante las adversidades propias de seguirlo, pero nos asegura que esta perseverancia salvará nuestras almas.

No tengamos miedo, y no dejemos que nos engañen. A pesar de que a veces no lo parezca, perseverar en medio de la dificultad nos hace firmes en la fe. Por eso, pidamos al Señor que nos dé el don de la perseverancia, para vivir siempre su voluntad en el camino de nuestras vidas.

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