La palabra Pentecostés viene del griego y significa «el día quincuagésimo», es decir el 50. Y ese día se cumplen 50 días después de la Pascua es decir después del Domingo de Resurrección. Así pues en el domingo de Pentecostés se pone término al tiempo pascual. Y todo se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.

Debemos destacar la Fiesta de Pentecostés como el «aniversario» de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. Además en esta fiesta se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.

Resumiendo; El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía llamada Shavuot, durante la cual se celebra el quincuagésimo o los 50 días de la aparición de Dios en el monte Sinaí. Cuando Dios entrega los mandamientos al Pueblo de Israel. Los primeros cristianos son judíos y estaban reunidos en ese día del Pentecostés judío cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos.

La Biblia, narra así el acontecimiento: “Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. Se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran”. Hechos 2, 1-4

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