Hoy en día el Reino de Dios crece cada día gracias a quien lo testimonia sin hacer “rumor”, rezando y viviendo con fe sus obligaciones. Esto lo subrayó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

En una casa donde “se llega a fin de mes sólo con medio euro”, y sin embargo no se deja de rezar y de atender a los propios hijos y a los propios abuelos: es allí donde se encuentra el Reino de Dios. En esa casa lo que hay es Silencio y a la vez fiesta.

Por lo que el Reino de Dios “no llama la atención” tal como no la llama la semilla que se desarrolla debajo de la tierra. Lo que hace es forzar una confianza y darnos fuerza para hacer lo que le pidamos al Señor. Además el Reino de Dios no es como el mundo de los jóvenes cuando van a las discotecas a bailar y luego tienen un problema y no saben como salir de él.

Debemos destacar que el Papa Francisco inspiró su homilía en las palabras del pasaje del Evangelio de Lucas. Además insistió en que “El Reino de Dios no es un espectáculo. El espectáculo, tantas veces es la caricatura del Reino de Dios” Además el Señor jamás dice que el Reino de Dios es un espectáculo. ¡ES UNA FIESTA! Pero es diferente. Es una fiesta bellísima. Una gran fiesta. Y el Cielo será una fiesta, pero no un espectáculo. Y nuestra debilidad humana prefiere el espectáculo”.
foto1064Prosiguió Francisco, que “el Reino de Dios es silencioso, crece dentro de nosotros y nos da fuerza para hacer lo que necesitemos. Ese crecimiento lo consigue el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad, en nuestra tierra, que nosotros debemos preparar”. Después, añadió citando las palabras de Jesús, también para el Reino llegará el momento de la manifestación de la fuerza, pero será sólo al final de los tiempos: “El día que hará rumor, lo hará como el rayo, chispeando, que se desliza de un lado al otro del cielo. Así será el Hijo de hombre en su día, el día que hará rumor.

Y cuando uno piensa en la perseverancia de tantos cristianos, que llevan adelante su familia – hombres, mujeres – que se ocupan de sus hijos, cuidan a los abuelos y llegan a fin de mes sólo con medio euro, pero rezan. Ahí está el Reino de Dios, escondido, en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días. Porque el Reino de Dios no está lejos de nosotros, ¡está cerca! Ésta es una de sus características: cercanía de todos los días”.

También el Papa insistió que Jesús añade inmediatamente que “antes es necesario que Él sufra mucho y sea rechazado por esta generación”. Lo que quiere decir y explicó el Papa es “que también el sufrimiento, la cruz, la cruz cotidiana de la vida es parte del Reino de Dios”.

Y terminó diciendo: que pidamos al Señor la gracia “de cuidar el Reino de Dios que está dentro de nosotros” con “la oración, la adoración y el servicio de la caridad, silenciosamente”:

“El Reino de Dios es humilde, como la semilla: humilde pero se vuelve grande, por la fuerza del Espíritu Santo. Debemos dejarlo crecer en nosotros, debemos dejar que el Espíritu venga, nos cambie el alma y nos lleve adelante en el silencio, en la paz, en la tranquilidad, en la cercanía a Dios, a los demás, en la adoración a Dios, sin espectáculos”

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