Todos los jueves y viernes, los niños de mi clase se van 45 minutos a otra aula para dar valenciano, mientras que la otra clase viene a la mía para dar inglés. Cuando han transcurrido los 45 minutos, se vuelven a cambiar.
Mi clase, se despide de Rosa, ya que ella desaparece para transformarse en Miss Rose. Ellos saben perfectamente, que la próxima persona que cruzará la puerta de la clase será la profe de inglés…
A los 30 segundos tocan a la puerta… ¿Quién será? Todos gritan “good morning Miss Rose!!!!” y ella contesta “hello, how are you?”. Miss Rose aparece con el mismo aspecto que Rosa, salvo por una chapita colgada en la camiseta y un maletín naranja con estrellitas que le caracteriza como la «seño» de inglés. Bien… La clase transcurre con total normalidad, todos se dirigen a ella como “Miss Rose”, y en ningún momento como “Rosa”.
Cuando
sale Miss Rose por la puerta despidiéndose, ella rápidamente se quita el pin de la camiseta, deja el maletín en la sala de profesores y vuelve a su estado natural. Entra Rosa por la puerta y todos se abalanzan sobre ella como de costumbre, para contarle lo que han hecho con la profesora de inglés… “Rosa, ¿a que no sabes qué hemos hecho hoy con Miss Rose?” y Rosa con cara de sorpresa, abriendo los ojos como platos pregunta: “¿el qué?” y ellos contestan entusiasmados: hemos hecho una carrera, un librito con el tiempo, una torre con vasos y números, blablablá….
Os podéis imaginar mi cara la primera vez que escuché esto. Con la boca abierta le pregunté a Rosa, y ella, riendo, me dijo que siempre era así. Ellos pensaban realmente que Rosa se transformaba en Miss Rose y luego no tenía ni idea de lo que habían hecho en ese pequeño transcurso de tiempo.
¡¡Quién volviera a tener esa edad y poder disfrutar de esa inocencia que tanto caracteriza a los niños!!
ANDREA VIVES, estudiante del Grado en Educación Infantil de