Andrea Vives Lorente nos escribe desde el Colegio Juan Comenius de Valencia
Durante los cuatro meses que duran las prácticas, te da tiempo a reflexionar sobre muchos cosas. Te da tiempo a pensar qué tipo de maestra quieres ser y cómo puedes conseguirlo. También te da para pasar malos ratos… que siempre se compensan con los buenos. Te da tiempo a reír con todos y cada uno de los niños y a aprender. A aprender mucho.
Puedo decir que he aprendido mucho gracias a mi tutora y a los niños que forman la clase de las Gaviotas. Ellos han creado situaciones de enseñanza-aprendizaje que han hecho que cambie, de nuevo, mi visión sobre la educación. Estas se quedan totalmente fuera de la tradicional y aburrida práctica docente; se basan en el movimiento, en el compañerismo, en el trabajo conjunto… Ellos son un equipo y se comportan como tal: se ayudan y se cuidan.
Todas las fichas que realizan, tienen una actividad propedéutica mucho más amena y divertida donde realmente se forja el aprendizaje. De manera que, los niños están motivados por aprender y disfrutar haciéndolo. Y lo más importante es que, cuando un alumno está motivado, es capaz de conseguir cualquier cosa.
Ellos mismos comienzan a tener la iniciativa de ir a la pizarra a escribir sus nombres, el de los demás, copiar la fecha, realizar figuras geométricas… He aquí donde entra en juego nuestro papel: reforzar esas conductas y actos, felicitarles, darles la oportunidad de equivocarse y rectificar.
Niños de tan solo tres años que pueden conseguir lo que se propongan con ganas y motivación. ¡¡Esta es la generación del futuro!! ¡¡¡Y vaya futuro!!!
Andrea Vives Lorente,
alumna de 4º de grado en Educación Infantil
de MAGISTERIO UCH-CEU.