Neuropolítica ¿cómo pensamos? ¿cómo votamos?

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Por Katia Esteve Mallent

En el pensamiento humano ¿qué crees que predomina? ¿la parte racional? ¿la parte irracional? ¿Y en el pensamiento político? ¿Nos mueve una valoración crítica de todos y cada uno de los programas electorales que presentan los distintos partidos políticos? ¿O más bien nos dejamos llevar por otro tipo de señales?

En la actividad que os hemos propuesto, os animamos a reflexionar sobre este tema de la mano de el Prof. Jesús Pérez Zafrilla que nos dará las claves para entender qué es la Neuropolítica y que herramientas nos da para ahondar en esta cuestión.

Esta actividad se integra dentro del programa de competencias emprendedoras en fase de «habilidades de pensamiento» o «Thinking skills».

Por ello, si quieres que esta actividad se tenga en cuenta para tu certificado de competencias emprendedoras  haznos un comentario a través de este blog sobre lo que más te ha llamado la atención en la charla. 

Esperamos tus comentarios!

 

Cristina Ventura

Profesora de Diseño e Innovación.Responsable de CEU Emprende.

2 Respuestas

  1. Patricia Delás dice:

    Lo que más me ha llamado la atención, es que la La política consistirá en el arte de enmarcar, en el que se trata de activar ciertas redes neuronales de los sujetos para que se adhieran a un marco que nos interesa. El modo mas eficaz de activar los marcos son las metáforas, las imágenes, las ideas, en conjunto, las emociones. Las metáforas dotan a los objetos de un sentido concreto, llegan al inconsciente. Para que una metáfora sea efectiva debe recurrirse a una repetición constante. Esta repetición hace que refuerce la sinapsis cerebral hasta que se forma un circuito permanente. Entonces se activan los marcos junto a una aprobación o rechazo inconsciente. Por ello, la política, no es algo racional, si no que se adhiere en el inconsciente, y por tanto, tiene su parte emocional.

  2. Rosa Estevan Hernaiz dice:

    El pasado día 3 de noviembre, los alumnos de 4º de ciencias políticas, entre otros, tuvimos la oportunidad de asistir a una ponencia del profesor Jesús Pérez Zafrilla, sobre una cuestión innovadora y de actualidad: el desarrollo de las neurociencias.

    Su enriquecedora ponencia puede ser resumida en las siguientes líneas:

    En cada uno de los ámbitos que ha desarrollado el ser humano, se han elaborado teorías para explicar su comportamiento.
    En ciencia política, nos encontramos algunas como, la teoría racional del voto, con la teoría elitista o la concepción económica de la democracia.
    Pero, ninguna de esas teorías nos puede dar una explicación exacta sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos.

    Sin embargo, el avance de las neurociencias ha dado un giro a esta cuestión.
    Dentro de las neurociencias, diferentes autores afirman que si nuestro comportamiento, ya sea ético, político, o económico, tiene su base en el cerebro, simplemente bastará con examinar el funcionamiento del cerebro, para encontrar las claves que nos permitan analizar el comportamiento humano de una manera segura.

    En el ámbito de las neurociencias, se relacionan los pensamientos, intenciones o creencias de las personas con hechos que pueden ser medidos o controlados, por ejemplo, el bombeo fisanguíneo en el cerebro o el funcionamiento eléctrico cerebral.
    La clave de todo está en que eso es demostrable. Los filósofos y los politólogos hacen unas elucubraciones que pueden ser discutibles, pero la neurociencia no puede ser refutable. Las ciencias sociales ya pasan a la historia, ya no nos sirven, tenemos una base mejor. Esta es la clave del magnetismo de las neurociencias, las cuales nos proporcionan un conocimiento objetivo del comportamiento de la persona que no nos da ni la economía, ni la política.

    Es por ello, que la neuroeconomía, la neuropolítica, el neuroderecho, hoy están de moda. Se trata de reformular esas antiguas disciplinas, para rescribirlas en clave del comportamiento neuronal.
    Para que los alumnos comprendiéramos mejor de qué se trababa esto, el ponente nos puso un ejemplo muy ilustrativo: El neuroderecho trata de analizar si se puede reducir la pena a un condenado teniendo en cuenta su estado genético o cerebral. De forma que si una persona genéticamente tiene una mutación que le hace cometer delitos, tiene que ver reducida su condena porque no es totalmente consciente de lo que hace.

    Hay que reconocer que las neurociencias tiene un acierto fundamental y es que el estudio del cerebro nos ha demostrado el valor cognitivo que tienen las emociones, de forma que la razón y la emoción están conectadas, no están separadas.
    Aunque, tal y como afirmó el ponente, ello no es nuevo, pues Aristóteles y Hume ya nos decían esto.

    El pensamiento político está condicionado por las emociones, en lugar de por la razón, como se pensaba hasta ahora, por lo que hay que desechar la idea de que el comportamiento electoral se basa en una elección racional. Ni nuestros pensamientos ni el mensaje tienen un contenido objetivo.
    El ponente nos introduce aquí un elemento esencial en la neuropolítica, los marcos. Los cuales son las estructuras mentales que articulan nuestras formas de ver el mundo. Dentro de esos marcos, se conectan palabras que se escuchan con emociones y pensamientos.
    Los marcos se forman a través de la experiencia del sujeto y a través de los roles personales y sociales.
    Pérez Zafrilla nos dice: «Si nuestro pensamiento es inconsciente, si los marcos se activan de forma inconsciente, para llegar al marco de las personas hay que dar con lo inconsciente». De modo que la política se basará en el arte de enmarcar.
    Para conseguir esto, el modo más eficaz de activar las conexiones neuronales no son las evidencias ni los argumentos, lo que sirven son las metáforas, las imágenes, los valores, las ideas y en conjunto, las emociones. Para que una metáfora active el marco, se ha de producir una repetición reiterada, hasta que se cree ese marco, ese circuito permanente.

    El marco va siempre unido a unos marcos inconscientes de aprobación o rechazo. Un concepto no tiene solamente un sentido, sino que tiene también una connotación positiva o negativa. Nosotros no le damos el valor a un concepto, el valor lo lleva el marco.
    Para que el marco de una sociedad sea cambiado por otro, deberá realizarse una repetición reiterada de la metáfora. En ocasiones no será necesario una repetición continuada, pues también crean un marco las experiencias que hayan supuesto para el sujeto un impacto.
    La posición de un marco deja fuera de nuestra valoración los aspectos de la realidad que quedan fuera del marco o que lo pueden contrariar. Un ejemplo de esto es que aunque una persona afín a un partido, tenga evidencias de que el partido que apoya ha cometido actividades corruptas, pero no le importe en absoluto esa corrupción, sino que atienda únicamente a las ideas del partido, a los relatos.
    Las razones en política no se dirigen a la cabeza, las razones se dirigen al corazón. Una razón triunfara cuando llegue al corazón y así consiga crear un marco.

    El profesor Pérez Zafrilla, tras explicarnos en lo que consisten las neurociencias, especialmente los beneficios de la neuropolítica, dio un giro al rumbo de su exposición y comenzó a desarrollar toda una crítica hacia la validez de las neurociencias.

    En primer lugar señaló que las neuroimágenes no son instantáneas del cerebro, sino que son un promedio estadístico. Algo que es absolutamente antagónico a la ciencia, pues la ciencia se basa en hechos contrastables y no en estadísticas.
    Por lo que a la hora de dictaminar la validez de las neuroimágenes nos enfrentamos a 2 cuestiones:
    – ¿Cuantos escáneres cerebrales hacen falta que la imagen tenga un valor científico?.
    – Los datos se toman en un ambiente completamente artificial, las acciones que hace una persona en el laboratorio, no son las que uno realiza en la vida cotidiana.
    No es un escáner objetivo real, tomado científicamente.

    Además, añadió, las neurociencias tienen un enfoque reduccionista. Al basarse el estudio únicamente en el cerebro, no se tienen en cuenta valores económicos, sociales, políticos, familiares; siendo que hay multitud de factores, no sólo los cerebrales.

    Así pues, Jesús Pérez Zafrilla, realizó una exposición muy aclaratoria sobre las neurociencias, finalizando su intervención con – para sorpresa de muchos – posicionándose completamente contrario al valor total y absoluto de las neurociencias.
    Esto es lo que más me llamó la atención, pues todos acudimos a la ponencia con la idea de que iba a ser una exposición sobre los beneficios de la neuropolítica, mientras que fue todo lo contrario, pues tal y como el ponente afirmó, el conocimiento que obtenemos a través de las neuroimágenes está muy alejado del procedimiento y del valor de cualquier tipo de ciencia. Por lo que a diferencia de lo que muchos opinan, con la neuropolítica no se ha hallado el método único y universal para comprender el comportamiento electoral de las personas, pues nuestro comportamiento no está determinado únicamente por el cerebro, sino condicionado por múltiples factores diferentes.